Bajo este nombre se esconde uno de los funcionamientos mas curiosos y fascinantes de nuestros ojos. En 1880 el oftalmólogo Louis Javal descubrió que el ojo humano puede leer – de forma seguida y sin parar – una sola línea de texto. Debido a esto, los ojos están en constante movimiento, una vez cada 20-40 milisegundos, buscando partes interesantes de una escena y construyendo un mapa mental referente a ella.
En el ojo humano, una razón para la existencia de estos movimientos es que sólo la parte central de la retina, la fóvea, tiene una alta concentración de células fotorreceptoras sensibles al color, los conos. El resto de la retina está tapizado básicamente por bastones, células fotosensibles monocromáticas, especialmente buenas en la detección del movimiento. Por esto, la fóvea es la parte de la retina encargada de la visión en alta resolución.
Gracias a investigaciones científicas se sabe que “en el momento en que la persona se centra en leer una letra concreta, sólo podrá ver claramente, al 100% de agudeza visual, cinco letras en torno a ella“.
Además de los movimientos sacádicos, el ojo humano está constantemente en un estado de vibración, oscilando adelante y atrás a un ritmo de unas 60 veces por segundo. Estos movimientos microsacádicoss son movimientos de poca amplitud, aproximadamente 20 segundos de arco por movimiento, y son completamente imperceptibles en condiciones normales.
Este tipo de movimiento sirve para actualizar la imagen proyectada en los bastones y en los conos de la retina. Sin estas microsacadas, mirar fijamente a un punto provocaría un cese de los estímulos enviados al cerebro, ya que los bastones y los conos sólo responden a cambios en la iluminación.
Debido a estos movimientos nuestro cerebro produce un curioso efecto llamado “enmascaramiento sacádico”, este efecto podéis observarlo si os situáis a 45 cm de un espejo y miráis vuestro ojo derecho, luego el ojo izquierdo, luego el ojo derecho y así sucesivamente. No veréis el movimiento de los ojos, pero tampoco existirá la sensación de que el nervio óptico ha interrumpido momentáneamente la transmisión de información al cerebro. Debido al enmascaramiento sacádico, el sistema ojo/cerebro no sólo oculta el movimiento del ojo, sino además oculta que haya ocultado algo.
Por otro lado, si se suma el tiempo de todos los movimientos sacádicos durante el día, incluso sin contar los parpadeos, resulta que durante unos 90 minutos al día no ves nada de nada debido a estos movimientos, pero tu cerebro completa esa información visual que falta, como por arte de magia.
¡Fascinante!